martes, 13 de noviembre de 2012

Depresión en la Eurozona. Cómo restaurar la demanda agregada en países como Grecia y España, sin crear nuevas burbujas (Yanis Varoufakis- resumen)


Lo que necesitamos es erradicar, no sólo los síntomas de la crisis, sino también sus causas subyacentes. Necesitamos un New Deal inteligentemente diseñado para Europa, con el Banco Europeo de Inversión a la cabeza. 

Yanis Varoufakis, principal asesor económico de Syriza, el partido de izquierda griega, propone un plan realista y excelentemente argumentado para Grecia, para España y para el conjunto de la Eurozona. 
El problema que presenta toda la crisis es que elimina el tipo de escasez que contribuye a que funcionen propiamente dos mercados cruciales (el mercado de trabajo y el mercado de dinero/capital) y lo sustituye por otro tipo de escasez que causa el colapso de esos dos mercados: la escasez grave de demanda agregada.  Es lo que está ocurriendo ahora, en países como Grecia y España. 

Una vez en las garras de la escasez de demanda, una macroeconomía entra en una depresión. Las reducciones salariales generan paro y que los tipos de interés cero no consiguen ya estimular la inversión. Si el gobierno introduce la austeridad y apoya el poder de negociar de los empresarios para reducir los salarios, el resultado es una ulterior reducción de la demanda agregada y una profundización de la recesión. Esa macroeconomía podría tener la suerte de escapar a la depresión, si se cumpliera una de estas dos condiciones:

(a) el ambiente exterior es boyante, lo que ayuda a la economía a incrementar la demanda de sus exportaciones; y/o
(b) comienza a hincharse alguna burbuja (por ejemplo, en los mercados financieros y en los bienes raíces) que dispara el consumo, el cual, impulsa la inversión y, a la postre, restaura la demanda.
Un buen ejemplo de (a) fue el Canadá de los 90. En lo que hace a (b), no se me ocurre mejor ejemplo que el llamado "modelo anglosajón", es decir, el modo en que, bajo la cobertura ideológica del sin sentido neoliberal, el Reino Unido y los EEUU salieron de la recesión de 1979-82 por la vía de cultivar burbujas masivas en sus mercados inmobiliarios y financieros. 

No todas las caídas de la demanda agregada inducen una depresión. Alzas y bajas de la demanda agregada forman parte de un ciclo económico normal. Lo que convierte una recesión en una depresión, sucede cuando se han hinchado grandes burbujas en los mercados financieros e inmobiliarios (burbujas que siempre van de la mano), causando la entrada de flujos masivos de capital en una economía y, luego, en la cúspide del desarrollo económico que han alimentado, estallando. Desaparecidas las burbujas, lo que de repente queda es un enorme sobreendeudamiento. 
LLegados a este punto, el gobierno busca poner cotos a sus acrecidos déficits por la vía de la austeridad, el desapalancamiento seca el crédito, las empresas colapsan, las empresas colapsan, la confianza se funde, se dispara el desempleo, y entra en erupción una triple crisis -deuda/deflación/quiebra bancaria- que lleva a la depresión. 

En el caso de las economías deprimidas de la Eurozona, son incapaces de devaluar sus monedas, y privados de un prestamista de último recurso, países como Grecia y España están atrapados en una imposible trampa mortal. Con un BCE dispuesto a asegurarse de que ningún banco morirá nunca, por enfermo que pudiera estar, una red mortiviviente, de muy distintos sistemas bancarios se mantiene "en vida" sin, no obstante, disponer de la menor capacidad para cumplir con sus deberes bancarios normales. Forzados periódicamente a recapitalizar esos bancos zombies (a los que el BCE no ofrece sino liquidez) los soberanos de la Eurozona se ven atados. Cuanto más tratan de resucitar a los bancos para dar una hilo de vida a las enpresas, tanto más se hunden en la insolvencia. Un hecho, éste, que los mercados conocen (por lo que desisten de prestar a esos bancos) y que los depositantes locales temen (por lo que trasladan su dinero al exterior). Así los circuitos de crédito mueren con unos bancos reducidos a la única función de canalizar todo capital que sigue en esos países dejados de la mano de dios hacia los países superavitarios. El hecho de que los países superavitarios estén ahora mismo experimentando tasas de interés sin ejemplo histórico, por lo inusitadamente bajas -cortesía de la fuga de capitales desde las desventuradas naciones deficitarias-, reduce los incentivos de los políticos de los países superavitarios para actuar en ayuda de las naciones deprimidas y sacarlas de la trampa mortal. 
La demanda agregada es la suma de G+I+(X-M), en la que G es el gasto público, I es la inversión y X-M es la exportación neta. Para países como Grecia y España, las condicionalidades de la Troika abaten G, y el colapso de los circuitos de crédito, garantizan que I será negativa. El único estímulo viene de X´M, puesto que M (importaciones) caen en picado y las empresas que todavía producen algo salen fuera en busca de clientes. La demanda agregada están por los suelos en nuestros países. 
La cuestión es: ¿cómo se consigue restaurar la demanda agregada, sin reconstruir las burbujas que, al estallar, originaron el problema?

Para conseguirlo, Europa necesita tres cosas:

1. Restaurar circuitos de crédito: El pánico en los países deficitarios no se frenará, a menos que un euro en una cuenta bancaria española vuelva a tener el mismo valor presente que un euro en una cuenta bancaria alemana u holandesa. Para que eso ocurra, es necesario volver a reducir a cero la probabilidad de una desintegración de la Eurozona. 

2. Centralizar parte de la deuda de la Eurozona: Una unión monetaria precisa de una deuda común. No sólo porque eso reduce los costos del empréstito de países como España e Italia en un momento en que están abocados a la insolvencia, sino porque la mutualización de la deuda actúa como un amortiguador que previene el desarrollo de un efecto dominó  tras un pánico bancario. Una deuda común actúa como señal a los mercados de que la Eurozona no puede romperse. Nuestra propuesta de bonos emitidos por el BCE estaba concebida para suministrar un método sencillo de creación de esa deuda común, sin necesidad de cambiar los Tratados, sin necesidad de que Alemania tuviera que garantizar la deuda de otros Estados miembros y sin necesidad de preocuparse por los llamados problemas de azar moral. 

3. Convertir el ahorro ocioso en inversión rentable: No queremos que una nueva burbuja cree la demanda agregada que falta. Europa no puede repetir el grosero error de la era Thatcher, cuando las caídas de la demanda agregada debidas al desplome de la capacidad industrial y a los recortes del sector público fueron reemplazadas por una gigantesca demanda agregada generada por las burbujas gemelas del Big Bang de la City londinense y de la efervescencia del sector inmobiliario.  Lo que Europa necesita es hallar una vía para canalizar las existente montañas de efectivo ocioso (tanto  de las grandes empresas que están sacando fuera su dinero, como de los bancos que, ahora mismo, prefieren estacionar montañas de euros en el BCE a tasas de interés cero) hacia inversiones potencialmente rentables. Para hacer eso, lo que sugerimos es dinamizar el Banco Europeo de Inversión, en conjunción con el Fondo Europeo de Inversión y con el BCE apoyando.

¿Cómo ayudaría eso a economías deprimidas como la de Grecia o la de España? Pues asegurando que el flujo agregado de inversiones hacia esos países sea proporcional a la escasez de demanda agregada en los distintos Estados miembros. La distribución de esas inversiones dentro de un país, se dejaría a la decisión del BEI-FEI conforme a principios bancarios normales.

Determinadas economías de la Eurozona siguen deprimidas y con un nivel de demanda agregada que cae más a cada día que pasa. Su depresión incrementa la probabilidad de una desintegración de la Eurozona, mientras que el incremento de la probabilidad de una desintegración de la Eurozona contribuye a agravar la depresión. 
La depresión de la periferia no puede afrontarse con una gestión macroeconómica normal de la demanda agregada. A menos que se "fuerce" al euro a tener el mismo valor en toda la Eurozona, la depresión de la periferia irá a peor y la Eurozona perecerá. A menos que se ponga por obra cierta mutualización de la deuda sin necesidad de pedir a los contribuyentes alemanes que garanticen las deudas de otros. Lo último que necesita Europa es otra burbuja para restaurar la demanda agregada. Lo que necesitamos es erradicar, no sólo los síntomas de la crisis, sino también sus causas subyacentes. Necesitamos en una palabra, un New Deal inteligentemente diseñado para Europa, con el BEI a la cabeza. 

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